Todos somos víctimas de sesgos hacia otros por diferentes factores. Esto termina afectándonos personal, social y laboralmente.
Digamos que la sociedad está al borde de la destrucción y la única opción para que tú (por supuesto, el protagonista de la historia) la salves, es que te alíes con el que ha sido durante años el objeto de tus molestias y odios profundos. Y no es que se trate de alguien específico, sino de una clase específica: un robot.
Odias a los robots, no hay discusión para eso. Los odias porque uno de ellos programado -como todos- con las tres leyes de la robótica de Asimov, se volcó a socorrer un accidente de tráfico en el que tú manejabas y te acompañaba el amor de tu vida. A falta de tiempo y recursos para salvar a los dos, el autómata decidió salvarte a ti, solo porque estadísticamente tenías más probabilidades de sobrevivir.
Pensándolo racionalmente, el robot no hizo nada malo para ganarse ese desprecio, todo lo contrario. Irracionalmente odias a su clase porque viviste una mala experiencia con uno específico, y haces una relación emocional de una mala experiencia generalizando a todos. No deberías preocuparte, nos pasa a todos, y se llama sesgo inconsciente.
Ya sabrás que el protagonista de la historia que te mencionábamos antes no eres tú, sino Will Smith, y se trata del argumento de la famosa Yo robot, adaptación cinematográfica de la novela de uno de los padres de la ciencia ficción, Isaac Asimov, y cuando decimos que nos sucede a todos, no mentimos.
Expertos en psicología han demostrado que todos tenemos sesgos inconscientes que delimitan nuestro juicio y pueden afectar nuestras relaciones personales y laborales. Una mala experiencia, prejuicios inculcados por padres o familiares durante la crianza, consumo de información errónea, y otros factores son los que terminan sesgándonos.
Es normal que tu cerebro forme esos juicios de acuerdo con las experiencias que has vivido o la información que has recibido desde muy pequeño. Eso quiere decir que está funcionando bien, ya que esta era una gran ayuda para sobrevivir en tiempos de cavernas, pero ahora ya no estamos en peligro de ser devorados por cualquier depredador, y nuestro deber como personas racionales y sociales es corregir los sesgos infundados.
Juzgar a una persona por su raza, género, edad, religión, nacionalidad, cultura, entre otros, es una gran desventaja para tu desarrollo personal y profesional. Los prejuicios ocasionarán una relación distante de trabajo basada en desconfianza, lo que te dejará muy mal parado delante de tus compañeros de trabajo y jefes. Ten en cuenta que la diversidad trae muchos beneficios al ámbito laboral, como ya lo hemos contado.
No te preocupes, no morirás siendo un prejuicioso. Superar los sesgos inconscientes es posible no solo para el caso de robots. Además de los sesgos por edad, raza, orientación sexual, género, identidad de género, discapacidad y otro tipo de discriminaciones conscientes e inconscientes que conocemos, existen otras para tener en cuenta.
Se refiere a nuestra tendencia a gravitar hacia personas similares a nosotros. Eso puede significar contratar o ascender a alguien que comparte la misma raza, género, edad o formación.
Un buen ejemplo de este es cuando alguien ve a las mujeres como menos competentes que los hombres, infravalorando sus logros y sobrevalorando sus errores.
Juzgar a las personas, especialmente a las mujeres, en función de lo atractivas que se consideren. Las personas percibidas como atractivas pueden ser vistas de forma más positiva y tratadas más favorablemente.
Muy común en los entornos de grupo y se produce cuando las opiniones de los demás influyen en las tuyas. Es similar al pensamiento de grupo.
Se refiere a la tendencia a buscar o favorecer la información que confirma las creencias que ya tenemos.
Es la evaluación de la actuación de una persona en contraste con otra, porque tuviste experiencias simultáneas o cercanas en tiempo con los individuos.
La tendencia a poner a alguien en un pedestal o a tenerle en mayor estima después de conocer algo impresionante sobre él o ella, o a la inversa, percibir a alguien negativamente después de conocer algo desfavorable sobre él o ella.
Luego de que hagas retrospectiva de tus comportamientos y reconocer el hecho de que todos tenemos sesgos inconscientes, llega la hora de derribar estas barreras. Sigue estas recomendaciones:
Romper la barrera de los sesgos inconscientes te permitirán crecer como persona y como profesional, padawan, y no necesitas aliarte con un robot para hacerlo. 🤖